No es el destino sino el viaje

Hace unos días facebook me recordó el cumpleaños de un hermano biker que había fallecido ya hace varios años y  al recordarlo, recordé también toda las historias vividas dentro del mundo del motociclismo aficionado y por ende, reflexionar en la situación actual del motociclismo nacional.

Este año cumplo 10 años de estar rodando dentro de un club de motos. La pasión por las motos me llevó a unirme al Club Lost Angels de Panamá en el 2011, donde conocí amigos que luego se convirtieron en hermanos de la carretera. Gracias a ellos, conocí al resto de la comunidad biker de Panamá y el círculo de amigos y hermanos ha ido creciendo desde entonces.

Luego en el 2014, junto a otros 10 hermanos, fundamos el club de motos Honor-Bound, al cual aún pertenezco con orgullo. Junto a ellos, sentamos las bases para un reglamento que velara por la seguridad de todos los miembros e incluyera la familia como parte principal de nuestra organización.

Andar en moto fue más que un capricho o una fijación temporal. Fue una pasión que no solo me rescató de una espiral de negatividad que venía arrastrando, sino que también ayudó a fortalecer mi matrimonio, ya que mi esposa me acompañaba a casi todos los paseos que hacíamos.

Salíamos temprano en caravanas de 15 motos en dirección a Chitré casi siempre. Cuando se anda con tantas motos, la velocidad promedio suele ser de 80 a 100km/h, lo cual hacía del viaje un recorrido de aproximadamente 4 horas sin contar las paradas. Aparte de mantener el ritmo y estar pendiente de los peligros de la carretera, no había mucho más que hacer que ver el paisaje, escuchar música y pensar.

En uno de esos tantos viajes, tuve una epifanía al recordar una cita que alguna vez escuché: “No es el destino sino el viaje”. Hoy sé que fue Ralph Waldo Emerson quién la dijo, pero vaya que no la había entendido hasta que me monté en una moto.

Quizás ahí fue donde inició mi inquietud filosófica. Entre el ruido del motor, las cervezas y los tabacos. Encontraba en cada esquina una filosofía de vida y con cada biker con quien conversaba, descubría una forma diferente de vivir y entender la vida.

Las anécdotas de por sí era la manera de pasar el rato entre paradas, pero fue en las cosas mundanas del viaje donde encontraba el significado de aquella cita. El tener que esperar a que todos llegaran para poder partir. El detenerse si alguien se quedaba atrás durante la rodada, o quedarse todos juntos mientras esperábamos la grúa para alguien que se le dañó la moto. Ahí, estaba la metáfora de vida de Emerson.

Nadie se quejaba si se daba un retraso comprensible. Nadie se molestaba porque a otro se le dañara la moto. Todos sabíamos que eso era parte del viaje y hacíamos lo mejor que podíamos con el tiempo que teníamos. Buscábamos un restaurante, un bar o una fonda cerca. O si estábamos en la mitad de la nada, buscábamos una sombra y ahí nos sentamos a conversar mientras esperábamos. Luego, una vez resuelto el contratiempo, como si nada hubiese pasado, nos montamos de nuevo en las motos y seguíamos.

Enero siempre ha sido un mes de mucha actividad en el mundo del motociclismo nacional. Las lluvias nos dan tregua y podemos salir al sol a disfrutar del aire libre y la camaradería. Ahora no solo estamos encerrados, sino que no sabemos cuándo se podrá volver hacer eventos multitudinarios como hacíamos en años anteriores. Toda la economía que giraba en torno a estos eventos que se beneficiaba del éxodo motociclista hacia el interior de la república se ha visto afectada. Desde los organizadores, hoteles, restaurantes, músicos y artesanos, hasta el comercio al por menor en cada parada que hacíamos. Sin olvidar todo el trabajo de proyección nacional que se hacía en el extranjero donde se incentivaba el turismo motociclista en países como Costa Rica, Nicaragua, Belice entre otros.

Sin embargo, en este momento de incertidumbre (que no es más que una parada técnica), les recuerdo a mis hermanos bikers que lo que importa es el viaje. Mientras tengamos vida, podremos volver a rodar. Volver a convivir. Esto es solo un contratiempo en la carretera. La moto espera paciente, seamos pacientes con ella y cuidémonos para estar listos para el arranque. Es la experiencia del viaje lo que cuenta en esta vida, porque el destino ya lo tenemos claro.

Nos vemos en la pista!